Puedes transformar el tiempo dedicado a las labores del hogar en una oportunidad de movimiento. Bailar mientras limpias, realizar sentadillas al doblar ropa o aprovechar los descansos de la cocina para algunos estiramientos son pequeñas acciones que, sumadas, contribuyen a tu bienestar físico. Así, el ejercicio se integra de manera natural y casi imperceptible en la rutina diaria, facilitando la constancia sin sentirte abrumado.